De la incomprensión y enojo de la gente a estar 100% incluida: doña Alda y su pérdida auditiva
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De la incomprensión y enojo de la gente a estar 100% incluida: doña Alda y su pérdida auditiva

Alda Bustamante Olea tiene 68 años de edad y es vecina de la comuna de Villa Alemana, región de Valparaíso. Hace un tiempo que comenzó a presentar problemas para escuchar, tras lo cual llegó hasta el Centro Auditivo de Valparaíso de IRV, esto gracias a Facebook donde vio una publicación que la convenció para animarse a agendar una hora.

Alda vende helados y teje desde su casa. Ahora escucha bien porque utiliza 2 audífonos para sordera IRV, los que consiguió luego de reservar su chequeo auditivo gratuito, instancia que permitió conocer sus grados de hipoacusia: severa en el oído derecho y moderada en el izquierdo.

Ella es Alda Bustamante, la protagonista de esta historia.


"Empecé con un ruido en los oídos, en uno más que en el otro. Como un pitido. Y realmente, ya no escuchaba, porque aquí todos me decían ´ya la perdimos´. No les escuchaba, tenía que estar pidiéndoles que me repitieran las cosas y todo eso", recuerda Alda el comienzo de toda esta situación de salud.


Así, ella el año 2018 pidió en el consultorio que le realizaran una interconsulta "y todavía estoy esperando, no me llaman. Tengo los audífonos y cuando vengan para qué". Cansada de esto "Un día viendo en el celular, vi la propaganda esa de este sistema y me atreví y llamé, y gracias a Dios me fue bien y ningún problema. Bien atendida, ningún problema", rememora la señora Alda.



"PARECE QUE LAS PERSONAS SE ENOJAN CUANDO UNO LES VUELVE A PREGUNTAR "POR FAVOR, ¿ME LO PUEDE REPETIR?"

La jubilación de la señora Alda sumado a un monto de dinero proporcionado por su esposo, a quien le dio un ACV y se encuentra en casa, permitió recaudar lo suficiente para adquirir sus dos audífonos para sordera en IRV, elementos necesarios luego de su diagnóstico donde era evidente que había una pérdida importante. En este punto, queremos recordarte que los audífonos para sordera IRV poseen precios módicos y cuentan con convenio FONASA. Puedes revisarlos aquí.


Tan compleja era su hipoacusia que para salir a la calle, por ejemplo, a realizar trámites "ya estaba teniendo problemas", dice doña Alda, "De repente, parece que las personas se enojan cuando uno les vuelve a preguntar: 'Por favor, ¿me lo puede repetir?´. Y de ahí ya me dije que no, que sea como sea voy a sacarlo para poder escuchar".


"Porque a mí me hizo bien, y no me gustaría que otra persona anduviera así sin escuchar. Me ayudó bastante, montones, fue una bendición haber visto la dirección en Facebook y que yo llamara al tiro. Y tuve suerte porque me llamaron ligerito".

Esta incomprensión y molestia que se genera hacia las personas con pérdida auditiva es bastante frecuente, sobre todo, cuando aún no empiezan a utilizar audífonos para sordera. Doña Alda supone que se "enojan porque sienten que uno los está lesiando y no es así. Además, que no es por nada, pero yo no me veo viejita viejita, o de la edad que tengo. Entonces, pensarán que uno está bromeando pero con esas cosas uno no puede bromear".

Un panorama similar se vivía en su casa, donde su marido le reclamaba por el alto volumen en que ella veía televisión, por ejemplo, en las noches cuando sintonizaba las noticias era un problema para todos. Un hijo intentó ayudar y le regaló audífonos "y no me hallaba con ellos...Los usé dos veces y después ya no", apunta doña Alda.



Doña Alda siendo atendida por nuestro fonoaudiólogo,

Bastián Castillo, en la consulta IRV Valparaíso.


Finalmente, ella sola solucionó el tema: "sola yo me ubiqué, busqué y llegué allá al centro", institución que le brindó absolutamente todo lo que necesitaba para tratarse de manera correcta. El IRV fue su principal red de apoyo.



"MUCHO CAMBIÓ EN MI VIDA, INCLUSO AHORA ESTOY ESCUCHANDO MÚSICA Y ESTÁ DESPACITO: ANTES NO, ESCUCHABAN HASTA LOS VECINOS"


El impacto en la vida de doña Alda fue de 180 grados. Pasó de estar mal por no ser escuchada a sentirse completamente incluida y poder llevar una buena comunicación. Ella se acuerda que "el mismo día que me pusieron los audífonos el doctor que estaba atendiéndome quedó admirado porque yo cambié la cara automáticamente...Como con alegría porque ya no iba a andar ´qué me dijiste, repítemelo´".


De hecho, ha sido tanto el aprecio de doña Alda por el centro auditivo de IRV y su atención, que ya se lo ha recomendado a "hartas amigas". Y aún más: "Yo tengo el número, que cualquier cosa me digan nomás y si quieren yo las ayudo para que lleguen allá. Yo llegué sola, pero hay personas que no lo hacen. Yo misma las voy a dejar allá el primer día para que sepan. No tengo ahora ningún problema para escuchar".


Ese es su nivel de compromiso, uno que se ve reflejado en el cuidado que tiene con sus audífonos para sordera, los que le cambiaron la vida: "incluso ahora estoy escuchando música y está despacito. Yo la escucho, antes no, escuchaban hasta los vecinos. Escucho muy bien, salieron muy buenos, los cuido montones y me enseñaron a limpiarlos. Una vez por semana los estoy limpiando. Los uso la máxima cantidad de tiempo posible y los tengo bien cuidados".

Ahora ella puede escuchar todos los sonidos que están a bajo volumen, como las personas que le hablan despacio, en cambio antes le gritaban, "y de repente igual escuchaba y les decía que no me estén gritando, y me respondían 'pero mamá si usted no escucha´". Eso ya es parte del pasado. Hoy doña Alda escucha 100% funcional.


En la foto aparece doña Alda firmando los papeles

de su último control. También, se puede apreciar

uno de sus audífonos para sordera IRV.


Ahora solo queda disfrutar de su presente y relajarse. El futuro está en manos del centro auditivo de IRV, porque, como doña Alda expresa: "pero cualquier cosa, me dijeron que fuera nomás y ya para el otro año en septiembre tengo que ir a otro control".

Con todo, el mensaje final de ella es que quiere animar a todas las personas con pérdida auditiva a que se acerquen al centro de IRV: "porque a mí me hizo bien, y no me gustaría que otra persona anduviera así sin escuchar. Me ayudó bastante, montones, fue una bendición haber visto la dirección en Facebook y que yo llamara al tiro. Y tuve suerte porque me llamaron ligerito".


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