"Escucho tranquilamente bien; me siento más incluido": la historia de don Segundo Silva
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"Escucho tranquilamente bien; me siento más incluido": la historia de don Segundo Silva

A veces, las pérdidas auditivas tienen origen en factores ambientales, como estar expuesto a mucho ruido o alto volumen por mucho tiempo, o quizá al propio desgaste de nuestro cuerpo por la edad. Pero no siempre es así.


Esta es la historia de don Mercedes Segundo Silva, vecino de 84 años de edad que vive en la comuna de San Bernardo en la región Metropolitana. Él hace más de 30 años que tiene problemas para escuchar. Sin embargo, no se debió a nada de lo que comentábamos antes, sino a otra cosa: lo asaltaron y le propinaron golpes y patadas, causando una hemorragia interna en su oído. Hoy, tras décadas sin poder oír del todo bien, se ha acercado al IRV y su vida está dando un giro.

Él es don Mercedes Segundo Silva. En la foto se encuentra en el box de atención del Centro Auditivo IRV de Providencia, siendo atendido por la fonoaudióloga Scarlett Godoy


Don Segundo, como le gusta que le digan, nos dice que de acuerdo al examen que le hicieron tiene hipoacusia en ambos oídos, "pero por el momento tengo audífonos en uno. En el oído derecho. Escucho peor por el izquierdo, según me dijo la señorita". La señorita a quien se refiere es nuestra fonoaudióloga, Scarlett Godoy, quien atiende el centro auditivo de IRV en Providencia, lugar donde don Segundo se fue a ver.


El principal conflicto para escuchar se producía cuando muchas personas hablaban al mismo tiempo, una situación que incluso hoy con el audífono para sordera aún le cuesta un poquito. No es fácil remediar tantos años de pérdida auditiva tan prontamente. Con todo, habría que decir también que don Segundo trabajó toda su vida en el rubro de la construcción siendo albañil, aunque hoy ya no continúa ejerciendo, pese a que se nota cierto interés en permanecer activo.


AQUEL FATÍDICO DÍA

"Hace más de 30 años. Me empezó a raíz de un ´cogoteo´. Ahí me golpearon la cabeza y se me reventó el oído derecho. De ahí empecé a perder la audición. Me asaltaron…me pegaron patadas, no sé qué sería, la cosa es que me salía sangre por el oído derecho". Así recuerda don Segundo aquel episodio que le cambió su vida.

"Se me formó una pelota de sangre que no podía salir y me dolía -continúa él- hasta que la cuestión salió sola. Se me empezó a hinchar la pelotita parece hasta que salió. Ahí se me compuso más la audición, pero quedé con este tema, quedé escuchando mal".


"Escuchaba mal a la gente, tenía que doblar la oreja con la mano para escuchar mejor", comenta riéndose al final. Ha cambiado bastante la tecnología y el acceso en el mundo de la fonoaudiología durante estas últimas 3 décadas y puede ser que durante todo este tiempo don Segundo jamás siquiera pensara demasiado en solucionar su tema de audición. Su solución fue acudir a la salud pública donde le otorgaban un audífono para sordera estándar, que como veremos más adelante, nunca le funcionó demasiado.


De hecho, don Segundo siguió trabajando como albañil todos esos años y se adaptó a no escuchar, una situación que por cierto no es óptima. Según él no le complicaba "porque sencillamente me decían lo que tenía que hacer y me dejaban ahí. El ruido que hay de la construcción de las máquinas trabajando tampoco te deja conversar mucho. En el fondo no se puede conversar tanto, solo cuando llega alguien a preguntarle algo a uno. Ahí nomás. De lo contrario trabaja solo o con el ayudante nomás", explica don Segundo.


Hace 15 años, cuando finalmente decidió tratarse su audición, buscó la solución solo: "Fui solo. Como le dijera….yo trabajé hasta que ya no podía escuchar y ahí fui a ver al doctor recién. Esto fue hace 15 años. Con ustedes IRV, la primera cita fue en enero aproximadamente. De ahí he tenido 2 controles más y me queda otro control para el año que viene".


"LE PREGUNTABA A ALGUIEN QUÉ HABÍAN DICHO Y DE QUÉ SE TRATABA"

Antes de usar el audífono IRV él empleaba uno otorgado por FONASA. Sin embargo, según nos cuenta don Segundo y en su opinión, nunca fue tan apropiado: "Sí, FONASA me daba audífonos pero cuando trabajaba transpiraba mucho, entonces se me olvidada que estaba con el audífono puesto, se me mojaba y se me echaban a perder. Me duraban un par de meses. Y ahora como no trabajo no tengo problema".

Lo fundamental que señala don Segundo es que ahora también sabe y puede regular su audífono para sordera. Por ejemplo, en su casa no tiene problemas con el volumen de la televisión ni con escuchar a su señora gracias a que aprendió a direccionar su prótesis auditiva: "Con la televisión tampoco porque si está muy fuerte regulo el audífono y se arregla", constante él.


Más allá de no poder escuchar bien, como siempre, el tema radica en la frustración y aislamiento que siente la persona con pérdida auditiva, lo que si se va sosteniendo en el tiempo puede desembocar en serias situaciones negativas que afecten la salud mental de la persona.


Don Segundo se vio afectado emocionalmente. Él rememora y dice que: "Sí, en ese aspecto de las conversaciones y sentirse aislado sí. Porque algunas veces se hacían reuniones y como hay mucha aglomeración no escuchaba casi nada, así que estaba siempre como espectador nomás.

Le preguntaba a alguien qué habían dicho, de qué se trataba y todo eso. Ahí me explicaban, estando al lado escuchaba bien".

"ESCUCHO TRANQUILAMENTE BIEN; ME SIENTO MÁS INCLUIDO"

La red de apoyo para adultos mayores es tan fundamental que a veces ni siquiera alcanzamos a ponderar sus efectos en términos de inclusión. Por eso queremos resaltar la enorme labor que ejecuta la Fundación Reconocer, institución asociada a la Cámara Chilena de la Construcción, quienes derivaron a don Segundo con el IRV para, de una vez por todas, ayudar a don Segundo.



Y es que los beneficios son demasiados. Volver a escuchar es sinónimo de una mayor inclusión, aunque siempre se puede más. De todas formas, don Segundo señala que el audífono para sordera lo ha ayudado "bastante".


"Los que me daban en FONASA -cuenta él- me daban más problema. No sé por qué será. Algunas veces escuchaba, pero se apagaban o algo por ahí la cosa. Y este no, porque si está muy fuerte lo regulo, si está muy bajito también. Escucho tranquilamente bien. Me siento más incluido, por supuesto. Pero bueno, a veces no tanto, porque paso con mi señora aquí en la casa nomás. El hijo que vive conmigo trabaja afuera de Santiago. Pasamos los dos con mi señora nomás. Igual, en la calle me es más fácil moverme".


De hecho, don Segundo apunta que ha cambiado mucho su rutina, porque ahora por ejemplo, cuando sale a comprar "escucho lo que me hablan en la caja o en el supermercado, lo escucho clarito. Antes no, tenía problemas y me decían alguna cosa y ah, ah, ah. Tenían que hablarme fuerte y algunas veces como que se enojaban así y no me hablaban más. Ahora no tengo ese problema. Con las mascarillas se escucha rara la voz pero escucho bien de todas maneras".


El llamado de don Segundo es a toda la gente que trabaja o trabajó en construcción. Su mensaje es que recomienda mucho los audífonos IRV y que le gustó mucho el "trabajo que hacen".


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