Escucha segura: prevenir daños auditivos en el día a día
- Bastián Castillo

- 12 sept
- 3 Min. de lectura
La audición es uno de los sentidos más valiosos, ya que nos conecta con los demás, enriquece la comunicación y aporta placer al escuchar música o sonidos de la naturaleza. Sin embargo, el ruido excesivo se ha transformado en una amenaza silenciosa para la salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de personas jóvenes están en riesgo de desarrollar pérdida auditiva debido a prácticas de escucha insegura, como el uso de audífonos a volúmenes elevados o la asistencia frecuente a lugares con ruido intenso.
La pérdida auditiva inducida por ruido es irreversible, pero es completamente prevenible. Aquí surge el concepto de “escucha segura”, una estrategia de autocuidado auditivo que busca disfrutar del sonido sin poner en riesgo la salud de los oídos.
¿Qué significa “escucha segura”?
La OMS la define como el conjunto de hábitos y condiciones que limitan la exposición dañina al sonido, tanto en intensidad como en duración. Los tres principios fundamentales son:
Nivel de sonido: mantener los decibeles (dB) o volumen en márgenes saludables. Exponerse a 80 dB por más de 40 horas semanales ya constituye un riesgo. A modo de referencia:
Conversación normal: 60 dB
Tráfico intenso: 85 dB
Concierto o discoteca: 100-110 dB
Tiempo de exposición: mientras mayor sea el volumen, menor debe ser el tiempo de exposición. A 100 dB, solo unos 15 minutos diarios pueden provocar daño permanente.
Distancia y control: cuanto más cerca estamos de la fuente de sonido (parlante, altavoz, maquinaria), mayor es la presión acústica que recibe el oído interno, por lo tanto, esto puede provocar un daño en nuestra audición.
Estrategias prácticas para la vida diaria
Uso responsable de audífonos personales:
Mantener el volumen por debajo del 60% de la capacidad máxima del dispositivo.
Evitar superar los 60 minutos continuos de escucha y permitir pausas auditivas.
Preferir auriculares con aislamiento de ruido, que permiten escuchar mejor a menor volumen.
Protección en ambientes ruidosos:
Utilizar tapones o protectores auditivos en conciertos, estadios o cuando se trabaja con maquinaria.
Alejarse de los parlantes y elegir posiciones más seguras en eventos.
Chequeos preventivos:
Una audiometría de control al menos una vez al año es recomendable para quienes están expuestos a ruido habitual.
La detección temprana de hipoacusia permite intervenciones rápidas, como consejería o adaptación de audífonos si es necesario.
Promover entornos saludables:
Regular el volumen en el hogar.
Fomentar el respeto por las normas de ruido en comunidades y espacios públicos.
Educar a niños y adolescentes sobre prácticas seguras de escucha desde edades tempranas.
El impacto del cuidado auditivo va más allá del oído. Investigaciones demuestran que la pérdida auditiva no tratada se asocia con:
Mayor riesgo de aislamiento social y depresión.
Reducción en el rendimiento académico y laboral, especialmente en jóvenes y adultos expuestos a ambientes ruidosos.
Mayor probabilidad de deterioro cognitivo y demencia en adultos mayores.
Por lo tanto, cuidar la audición significa proteger la salud mental, la calidad de vida y la participación social.
Conclusión
La escucha segura no significa dejar de disfrutar de la música o de la vida social, sino aprender a hacerlo de forma consciente y responsable. Adoptar estas prácticas respaldadas por la OMS es una inversión en salud: nos asegura una audición preservada, un mejor bienestar general y una vida más plena.





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