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¿Será que mi padre se aísla porque tiene pérdida auditiva?

Muchas veces, cuando una persona mayor o un padre pasa mucho tiempo callado, deja de participar en conversaciones familiares, no responde al teléfono o se retrae, la familia puede pensar que está “triste”, “deprimido” o que se “alejó” voluntariamente. Pero hay otra posibilidad: podría estar viviendo una pérdida auditiva que afectaría su comunicación.


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Según diversos estudios, se ha demostrado que las personas con pérdida auditiva tienen una mayor probabilidad de presentar síntomas de depresión, riesgo de soledad y afectación en su salud emocional. Ya que repercute directamente en la participación social, el ánimo y en su calidad de vida.


Señales para detectar una pérdida auditiva


  • Tiene que pedir que le repitan lo que se dijo, sobre todo cuando hay ruido o hay varias personas hablando.

  • Responde de forma equivocada, como si hubiera entendido algo distinto.

  • Se retira de conversaciones, reuniones o encuentros sociales — sobre todo los que son más ruidosos —, pero no muestra tristeza explícita; simplemente guarda silencio.

  • Prefiere no ir a eventos, sale menos, porque le cuesta seguir el ritmo de la conversación.

  • A veces hay “frustración”, cansancio, irritabilidad, pero no tristeza profunda ni pérdida de interés persistente — más bien cansancio mental por la dificultad de comunicarse.


Si la persona presenta mucha tristeza o pérdida de interés en general, cambios en el sueño, alimentación — eso puede apuntar más a depresión; mientras que, si el rasgo central es “no escuchar bien” y “evitar conversaciones”, convendría sospechar una pérdida auditiva.


¿Por qué importa detectar a tiempo?


Las investigaciones muestran que la pérdida auditiva puede agravar problemas de salud mental (depresión, soledad) e incluso cognitivas ya que diversos estudios apuntan a que la pérdida auditiva favorece al desarrollo del deterioro cognitivo debido al simple hecho de limitar la interacción social de las personas mayores.


Por lo tanto, ignorar la audición puede tener consecuencias más allá del oído, ya que puede afectar a nivel emocional, social y en algunos casos la memoria o funciones cognitivas.


¿Qué puede hacer la familia?


  1. Observar atentamente si su familiar suele pedir que le repitan lo que se dice, si aumenta el volumen de la TV o la radio, o si evita reuniones ruidosas.

  2. Conversar abiertamente: preguntar si “oye poco”, si tiene dificultad en ciertos ambientes, si siente que “no entiende bien”. Muchas veces cuesta admitir el problema por vergüenza.

  3. Llevarlo a un especialista — idealmente un fonoaudiólogo u otorrinolaringólogo — para hacer una evaluación auditiva.

  4. Si se confirma pérdida auditiva, considerar ayudas — audífonos — y adaptar la comunicación: hablar lento, claro, de frente, evitar ruido de fondo.

  5. Mantener espacios de encuentro familiar respetuosos y con paciencia. Recuerda que no es fácil aceptar la pérdida auditiva y tampoco el utilizar audífonos.


Es usual pensar que el hecho de utilizar un audífono devolverá la audición de la persona a como estaba antes y no es así. El audífono ayuda a que su oído pueda oír y entender mejor las conversaciones, pero es una ayuda. Debemos pensar que los oídos se encuentran con una lesión, por lo tanto, pese a tener esta ayuda, en ciertas ocasiones puede que aún cueste entender conversaciones cuando hay muchas personas hablando al mismo tiempo o en ambientes ruidosos. No pretender que si una persona lleva más de 5 o 10 años con pérdida auditiva, en un par de meses vuelva a escuchar como era antes, ya que es un proceso donde tanto el oído como el cerebro deben trabajar en conjunto para crear nuevas conexiones y activar ciertas zonas que anteriormente se encontraban apagadas.


Conclusión

La “ausencia” de tu familiar, el que hable menos, participe menos, parezca alejado, puede deberse a una pérdida auditiva y no a que “no le importe” o “que esté deprimido”. Detectarlo a tiempo no solo mejora la comunicación; puede ser clave para su bienestar emocional y cognitivo. Como familia, prestar atención a las señales, abrir el diálogo, y acompañar con cariño puede marcar una gran diferencia.

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