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Los audífonos para sordera le cambiaron la vida a doña Pati: "Atención y paciencia únicas en IRV"

Tomás Alcaíno

"Yo empecé a trabajar acá un verano en los baños y las personas me preguntaban dónde estaba la casa de Neruda y yo les contestaba ´son 500 pesos´ y cuando me di cuenta que a mí me pusieron la 500 pesos, a mí eso me afectó. Yo me reí, pero en el fondo, en mi soledad, yo lloré, porque me sentí mal, porque me hacían una pregunta y yo contestaba otra. En mi casa lo mismo, no escuchaba. Por una cuestión mía contestaba cualquier cosa. Ahora no, ahora pobre del que me pele".


Estas son las palabras de doña Patricia Aravena Barahona, vecina de 63 años de la comuna de El Quisco, quien hoy por hoy es jubilada, pero quien anteriormente trabajó en el Pullman Bus de su ciudad. Actualmente, ayuda a cuidar a sus nietos a quienes a vuelto a escuchar bien gracias a los audífonos para sordera de IRV, prótesis auditivas que utiliza en ambos oídos desde hace aproximadamente 3 meses.


En esta entrevista te queremos mostrar otra gran historia de los Centros Auditivos de IRV, ubicados en Valparaíso y Providencia, donde puedes realizarte tu chequeo auditivo sin costo, examen también conocido como audiometría. Puedes reservar aquí:


"YO NO HABLABA, GRITABA"

La historia de doña Patricia se remonta 3 años atrás, tiempo en el que se comenzó a manifestar la pérdida auditiva. Como casi siempre ocurre, esta situación de salud quedó en evidencia gracias a circunstancias sociales, ya sea en la calle o en casa con su familia. La incomunicación y el aislamiento empezaron a asomar su nariz en la vida de ella.


Periodista: ¿Cómo comenzó la pérdida auditiva?


Doña Patricia: Harán sus tres años atrás. No me daba cuenta. Me hablaban y yo preguntaba, no escuchaba la televisión la estaba poniendo a mucho volumen. Cuando hablaba por teléfono mi hijo me decía que no hablara tan fuerte. Yo no me daba cuenta. Hasta que llegó un momento en que yo realmente no escuchaba nada y me empecé a comprar audífonos para poder escuchar el celular.


El tema es que después me jubilaron, con la pandemia me mandaron a la casa y ya no tenía el sueldo para…me atendía en el consultorio. A mí esto me empezó a dar una depresión también, aparte que yo ya venía con una por haber quedado sin trabajo y esto de perder la audición, me empezó a dar una depresión muy fuerte. Esto era fuerte porque me preguntaban algo y yo contestaba otra cosa.


Periodista: ¿Se compraba audífonos para sordera en la calle o se los pasaban en el consultorio?


Doña Patricia: Yo me controlaba en el consultorio, pero no me había dado cuenta. Hasta que un día llegué súper mal al psiquiatra y le pedí que por favor me hablara más fuerte porque no escuchaba nada. Esto fue hace muy poco, porque yo estaba esperando hace mucho tiempo una hora en el hospital para un otorrino. Y yo fui al consultorio, me examinaron, me vieron y me dijeron que no tenía nada, que era por mi sistema nervioso.


La cosa es que este médico, que también es del consultorio, vio que mi depresión estaba en avance y le digo por favor, hábleme un poquito más fuerte porque no escucho. Él me preguntó por qué y yo le expliqué. Cuento corto: me dijo que fuera urgente a la Oficina del Adulto Mayor de la Municipalidad de El Quisco.


Ahí es donde yo pedí ayuda y la niña se comunicó para Valparaíso. A todo esto, en paralelo, mi hija me llamó para decirme que me había pedido una hora de otorrino. Voy con ella a hacerme el examen de audición y esto fue muy rápido, y la niña le dice a mi hija que yo había perdido el 45 y el 60% de mi audición, que necesito audífonos urgente. Esto fue hace como 4 meses atrás aproximadamente.


Mi hija empezó a cotizar audífonos y en todas partes salían un millón 200, un millón 400, y así. Entonces, en ese trayecto me tocó control con el psiquiatra acá. Yo le expliqué que no quería darle ese gasto a mis hijos porque la situación económica no está para meter la mano al bolsillo y sacar un millón y tanto. Necesito ir a otro lado y ahí él me mandó al adulto mayor.

La gente encargada me tomó al tiro, se movilizaron, les dije que tenía el examen, les expliqué todo. Me mandaron a Valparaíso (al centro auditivo IRV), fui allá, me atendieron súper bien, se dieron el tiempo de escucharme, me mostraron los audífonos y me dicen el precio y yo casi me muero. Que de un millón de pesos a mí el precio que me salieron ahí fue algo espectacular para mí.


Cuando me pusieron los audífonos sentí la diferencia, porque yo ya no escuchaba ni siquiera mi voz. A ese extremo estaba yo. Y yo no hablaba, gritaba. No escuchaba los sonidos de los vehículos, ni nada. El joven (se refiere al fonoaudiólogo Bastián Castillo), me abrió la ventana y yo empecé a escuchar las bocinas, autos y todo con los audífonos.



EL AISLAMIENTO Y LAS BURLAS

Como ya hemos señalado en múltiples notas a lo largo de nuestro blog auditivo, la hipoacusia es una condición muy delicada, tanto así que a la larga puede llevarnos a estados depresivos producto del aislamiento en el ámbito de la comunicación. Además, lamentablemente, aun hoy en día hay personas que consideran chistoso burlarse de quien no escucha bien, como también se enojan cuando hay que repetir varias veces la misma frase a esta persona con pérdida auditiva.


Tristemente, este fue el panorama que tuvo que enfrentar doña Patricia. No es fácil tocar estos temas, cuando aún todo ha sido reciente, pero ella quiso abrir el tema y contar su historia.


Periodista: ¿Qué consecuencias psicológicas tuvo por la pérdida auditiva? O qué impacto tuvo para usted desde el punto de vista emocional la pérdida auditiva...


Doña Patricia: Me estaba sintiendo aislada. La doctora dijo que yo había perdido la audición así tan rápido, porque había sido por una depresión que me había dado. Era eso o una alta de presión que no me dio al cerebro pero que sí me afectó a los oídos. Yo pienso que fue el tema de la presión porque yo sufro de hipertensión. Y claro, me dio una depresión porque yo no escuchaba, y empezaron a reírse de mí.


Yo empecé a trabajar acá un verano en los baños y las personas me preguntaban dónde estaba la casa de Neruda y yo les contestaba “son 500 pesos” y cuando me di cuenta que a mí me pusieron “la 500 pesos”, a mí eso me afectó. Yo me reí, pero en el fondo, en mi soledad, yo lloré, porque me sentí mal, porque me hacían una pregunta y yo contestaba otra. En mi casa lo mismo, no escuchaba. Por una cuestión mía contestaba cualquier cosa. Ahora no, ahora pobre del que me pele.



"ME HA HECHO SÚPER INDEPENDIENTE"

Afortunadamente, a doña Patricia se le presentó una oportunidad para solucionar su hipoacusia. Primero, como se ha contado anteriormente, la Oficina del Adulto Mayor de la Ilustre Municipalidad de El Quisco la ayudó tremendamente, pues le ofrecieron todo el transporte que necesitaba para venir al Centro Auditivo de IRV en Valparaíso.


Una vez aquí, se le brindó toda la atención que ella buscaba, pero en realidad es mejor que doña Patricia te cuente su experiencia en sus propias palabras.


Periodista: ¿El Centro Auditivo IRV la ayudó?


Doña Patricia: Mucho, de hecho, ¿puedo decir el precio de los audífonos?

Periodista: Sí, por supuesto.

Doña Patricia: De un millón 200 o 400 que me costaban los audífonos, aquí a mí me salieron $165.000 los dos. Para mí eso fue una ayuda pero inmensa. Imagínese que un millón no está a mi alcance. Además, no se nota que yo ando con audífonos, porque es tan transparente la manguerita que va con la gomita adentro del oído. Puedo regular el volumen, me avisa cuando las pilas están agotadas, compro las pilas allá porque me salen mucho más baratas. Para mí eso ha sido una gran ayuda. Y la atención un 7 o un 10, no sé cuánta nota le puedo poner. La más alta. Excelente la atención de todo el personal.


Periodista: ¿Qué beneficios le trajo el uso de audífonos para sordera? ¿Cómo cambió la vida?


Doña Patricia: Mucho, porque ahora yo salgo sola. Antes tenía que salir con mi hijo, y un día me tomó de un brazo, me tiró para atrás y me dijo: “Mamá, no sentiste la bocina”. Y ya me habían prohibido salir a comprar, a ninguna parte, no podía hablar por teléfono. Mi hermanos me mandaban audios y yo los escuchaba una o dos veces para poder responder. Y ahora no, ahora puedo hablar por teléfono, ahora estoy hablando con usted y mi celular lo tengo a mitad de volumen, no todo como era antes.

Me ha hecho súper independiente. No tengo que depender de andar con nadie, ni andar preguntando dos o tres veces las cosas y cuando están conversando yo entiendo todo lo que están diciendo. Cuando me conviene opinar, opino y cuando no, no. Me ha cambiado la vida.


De hecho, yo la primera vez que yo fui ahí a mí me dio una crisis de pánico terrible. Yo iba mal y llegué mal y ahora ellos, la gente que me atendió, ha visto el cambio. Yo soy una persona alegre, doy gracias a la vida y a Dios. Me cambió la vida. La atención es otro punto: me venían a buscar, me llevaban, y me traían, todo en vehículo. Entonces eso se agradece mucho.



"ES UNA ATENCIÓN Y PACIENCIA ÚNICAS"

Un aspecto al cual el Centro Auditivo IRV le gusta poner énfasis es en la explicación de cómo funciona el audífono para sordera; debido a que es imposible que el fonoaudiólogo esté presente las 24 horas y 7 días a la semana con la persona que recibe el audífono, se hace necesario que esta aprenda a operarlo y adaptarlo.


Esto se ve reflejado no solo al momento de cuando se hace entrega el audífono para sordera al usuario, sino también con los 3 controles gratuitos posteriores a esto, instancias en las cuales se resuelven todas las dudas y se va mejorando la adaptación del dispositivo.


Quisimos corroborar este énfasis con la perspectiva de doña Patricia respecto al servicio y le preguntamos su opinión:


Periodista: ¿Usted recomendaría el servicio?


Doña Patricia: Lo estoy recomendando, quien me habla o me pregunta, a mi familia, amistades, de hecho, ayer llevé los datos de una niña que trabaja cerca de mí en los kioscos, y ya le agendaron una hora. Entonces un 7 o un 10, la nota máxima que tenga. Yo los recomiendo. Cuando converso, siempre digo que me ha cambiado la vida y de la atención que tuve, porque eso es muy importante.


Desde que me empezaron a atender allá yo los he estado recomendando y tengo que hablar solamente bien, porque a mí me atendieron bien, se han dado todo el tiempo de enseñarme, revisarme, y cada vez que voy a los controles me vuelven a revisar mis oídos y audífonos. Me enseñaron cómo usarlos, me entregaron un libro con toda la información. No tengo nada que quejarme y solo agradecerles a ustedes y que se lleven todos los aplausos que se puedan llevar.


Periodista: Muy bien, doña Pati. Por mi lado no quedan más preguntas, podemos dejarlo hasta acá o si usted quiere puede agregar algo más.


Doña Patricia: Quisiera darles las gracias a todos, el joven (fonoaudiólogo Bastián Castillo) que sigue ahí que siga siendo así de profesional, porque él tiene dedos para el piano, no lo hace por lucas, lo hace porque le nace. Es una atención y una paciencia únicas. Las señoritas que han estado ahí, excelente. Desde la secretaria y la gente del aseo. Todo, no tengo nada que decir, solo darles gracias y Dios permita que sigan así.


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