Estrategias prácticas y funcionales para la adaptación a audífonos
- Daniela Juarez

- 26 sept.
- 3 Min. de lectura
Adaptarse a un audífono no ocurre de la noche a la mañana. Al principio, muchas personas piensan que basta con encenderlo y dejar que el dispositivo haga todo el trabajo. Sin embargo, la evidencia científica muestra que la audición no depende únicamente de la amplificación del sonido, sino también de un proceso progresivo de entrenamiento auditivo que estimula la neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para reorganizarse y aprender a interpretar nuevamente los sonidos.
De hecho, diversos estudios en rehabilitación auditiva señalan que el éxito en la adaptación está directamente relacionado con la constancia y la práctica diaria, no solo con la tecnología del dispositivo. Según investigaciones en neurociencia auditiva, cuando el cerebro recibe nuevamente señales que llevaba tiempo sin percibir, inicia un proceso de reentrenamiento neuronal. Este proceso es comparable al de un músculo que ha estado en reposo: necesita ejercitarse poco a poco para recuperar su fuerza y agilidad.
¿Por qué se necesita entrenamiento auditivo?
Cuando una persona ha vivido un tiempo con pérdida auditiva, su cerebro “se desacostumbra” a ciertos estímulos. El audífono devuelve esas señales sonoras, pero es el cerebro el que debe reaprender a procesarlas, diferenciarlas e interpretarlas en un contexto.
Por ejemplo:
El canto de un pájaro puede sentirse demasiado agudo al inicio.
El ruido de la calle puede resultar abrumador.
Incluso la propia voz puede sonar extraña o metálica.
Estos fenómenos son normales durante las primeras semanas. Con práctica, el cerebro va reajustando sus conexiones neuronales y poco a poco estos sonidos se integran de manera más natural.
Este es el principio de la neuroplasticidad: el cerebro se adapta y cambia, mejorando su capacidad de percibir y comprender el mundo sonoro.
Ejercicios prácticos para las primeras semanas
Aquí tienes algunas actividades sencillas y funcionales que puedes realizar en casa y en tu entorno cotidiano. Lo ideal es practicarlas todos los días, dedicando pequeños espacios de tiempo, y llevar un registro personal de los avances:
1. Escucha consciente en ambientes tranquilos
Dedica 15 a 20 minutos diarios a escuchar sonidos del entorno en un lugar silencioso.
Identifica ruidos simples como el tic-tac de un reloj, el agua corriendo, el timbre de una puerta o el canto de un ave.
Pregúntate: ¿suena diferente a como lo recordaba? ¿Puedo distinguirlo con claridad?
Este ejercicio refuerza la discriminación auditiva básica y acostumbra al cerebro a detalles sonoros que habían desaparecido.
2. Lectura en voz alta y escucha propia
Lee un texto en voz alta y escucha tu propia voz.
Haz pausas y varía la entonación para notar los cambios.
Si puedes, grábate y escucha la grabación con audífonos.
Esto ayuda a mejorar la percepción de la intensidad y naturalidad del habla, y a que la propia voz resulte cada vez más cómoda.
3. Conversaciones uno a uno
Conversa con un familiar o amigo en un entorno tranquilo.
Pide que hable despacio y claro, sin gritar.
Concéntrate en comprender sin depender de la lectura labial.
Poco a poco, podrás sostener conversaciones más largas sin fatiga auditiva.
4. Entrenamiento con medios audiovisuales
Escucha la radio, pódcast o mira series con subtítulos.
Primero sigue el diálogo con apoyo visual, y luego intenta hacerlo sin subtítulos.
Repite segmentos cortos para reforzar la comprensión.
Esto fortalece la capacidad de asociar palabras con sonidos y mejora la comprensión del habla en diferentes voces.
5. Exposición gradual a entornos más complejos
Cuando ya te sientas cómodo en espacios tranquilos, avanza a lugares con un poco de ruido de fondo, como una cafetería poco concurrida.
Practica enfocándote en una sola voz mientras dejas los demás sonidos en segundo plano.
Con el tiempo, esta habilidad de filtrar lo relevante será más automática.
6. Registro personal de avances
Lleva un diario donde anotes los sonidos que reconoces y aquellos que aún te incomodan.
Comparar tus experiencias semana a semana te ayudará a notar progresos que a veces pasan desapercibidos.
La clave: paciencia y constancia
La neuroplasticidad no ocurre de inmediato; requiere repetición y tiempo. La práctica diaria de estos ejercicios acelera la adaptación y permite que el uso del audífono sea cada vez más natural y menos fatigante.
Es importante recordar que:
Los primeros días pueden ser más cansadores, porque el cerebro trabaja intensamente para procesar estímulos.
Los avances suelen sentirse de forma gradual: lo que hoy parece ruidoso o molesto, en unas semanas puede sonar natural.
El acompañamiento de un profesional en audiología o fonoaudiología es fundamental para guiar el proceso.
Conclusión
Los audífonos son una herramienta poderosa, pero el verdadero cambio ocurre cuando el usuario se involucra en un proceso activo de entrenamiento auditivo. La combinación de tecnología y neuroplasticidad cerebral es la que asegura una mejor calidad de vida, una comunicación más plena y una integración social más fácil.
La clave está en la constancia, la paciencia y el compromiso personal. Así como aprender a andar en bicicleta requiere práctica, aprender a escuchar de nuevo con audífonos también es un viaje progresivo, pero sumamente enriquecedor.





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