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Tomás Alcaíno

Patricia Valera tras rehabilitación: "Para mí, hicieron milagros"

"Porque, aunque suene exagerado, para mí hicieron milagros. Yo no me esperaba ni la cuarta parte de lo que estoy haciendo. Me ahorré la operación, porque tampoco tenía 2 millones y medio para operarme. Yo aparte de felicitarlos, doy gracias a Dios de que ustedes existen", expresa Patricia Valera Toledo, usuaria del área de Rehabilitación Comunitaria del IRV y una de las tantas personas que se han visto beneficiadas por este programa.


Valera es modista y trabaja desde su casa. Las posturas que requiere su oficio, una caída y, según ella, la segunda dosis de vacunación, terminaron por causarle una lesión considerable en el manguito rotador, incluyendo un quiste con líquido, acumulado en el hombro y en el codo. Estas condición, afortunadamente, ha disminuido bastante, pues al comienzo del tratamiento que le dio el IRV ella no podía ni mover el brazo.


Patricia Valera. Imagen: Proporcionada por ella.


Su historia comienza el año 2020, fecha en la que ya presentaba dolores, los que se acentuaron, según ella explica: "cuando me pusieron las vacunas del COVID. Cuando me puse la segunda dosis, ese mismo día en la tarde yo no pude mover más el brazo. Esto fue el 9 de abril". A esto hay que añadirle su caída, de la cual nunca se pudo recuperar bien. Su situación era complicada: "Yo me vestía y el brazo al bolsillo. Y así andaba todo el día. Yo fui al médico y me dijo que me iban a operar, pero antes tenía que hacer un tratamiento kinesiológico y un tío mío me dio el dato de la ONG de ustedes y yo llamé. Ahí yo llamé por teléfono y nos pusimos en contacto con Felipe y me vinieron a hacer el tratamiento a la casa", recuerda doña Patricia.


Pese al tratamiento, Valera tardó tres meses en volver a trabajar. Al principio intentó realizar ciertas labores pero lo que se "demoraba 15 minutos era una hora". Por lo menos podía afirmar las telas y con la otra apoyarse.

VIVIENDO CON UN BRAZO "MENOS"


Desde dormir hasta no salir de casa para evitar roces que causaran un dolor sordo. Así era la vida de Patricia y ese su nivel de preocupación. Sus actividades de rutina fueron afectadas totalmente: "Cuando yo recién empecé a mover el brazo intentaba tomar algo y se me caía. Loza rompí que ni te cuento. Perdí fuerza y motricidad fina, pero ahora la estoy recuperando", señala Valera.


De andar por la calle y en transporte público ni hablar. Era una tarea difícil. Pero a veces había que hacerlo. Su estrategia era sentarse al rincón para que las personas no pasaran a llevar su brazo, porque empleaba un inmovilizador de hombro para transitar en la vía pública, en cambio, en su casa lo dejaba dentro del bolsillo y "de ahí no lo sacaba".


Ella nos cuenta que su madre fue un punto de apoyo importante para salir adelante de esta situación y que pese a la rudeza de su lesión, no tuvo que realizar adaptaciones físicas en su casa, como pasamanos. Lo único que tuvo que reaprender fue a dormir, porque su postura hacía que rozara su brazo, despertándose por el dolor.


"Porque yo siempre dormía para el lado izquierdo. Tenía que dormir de espalda o para el lado derecho. Me dejaron toda una guía de ejercicios y me compré todas las herramientas, las bandas elásticas, unas cosas de goma EVA para tirar, el palo de escoba, todo tengo como para hacer un gimnasio ahora", termina por explicar doña Patricia mientras marca la última frase con tono irónico.


Con todo, desde el punto de vista emocional Doña Patricia la pasó, evidentemente, muy mal. Es mejor que ella misma lo relate: "Me deprimí, me sentía muy inútil, lloraba todos los días al principio, porque yo no podía hacer nada. Imagínate, estando con mis nietas no las podía tomar en brazos".


"Es que prácticamente yo no podía hacer nada -continúa Patricia- porque increíble que aunque uno tenga dos brazos, cuando uno es ambidiestra a veces es peor que ser diestra o zurda. Por ejemplo, para cortar carne e hilos, yo utilizo la izquierda, con la derecha no puedo. Hay cosas que tú puedes hacer con las dos, como escribir, pintar, pero hay otras que no hay caso que yo las pueda hacer con la derecha".


RECUPERANDO UNA VIDA COMO MODISTA


"Cuando a mí me mandaron al kinesiólogo, lo que pensé fue: ´para qué, voy a perder plata´. Yo había ido a muchos kinesiólogos y la verdad es que me salía demasiado caro y yo no lo podía costear", parte comentando Valera.


A ella le daba miedo realizar cualquier tipo de actividad cotidiana. De hecho, la mayoría de estas las realizaba su madre, quien incluso la ayudó a bañarse: "Perdí autonomía y aparte me deprimí. Yo creo que el 50% fue la depresión que me dio por no poder trabajar, de no tener sustento porque es lo que yo hago y con eso me mantengo", cuenta con un dejo de tristeza.


Para salir de la grave situación en la que se encontraba, Patricia necesitaba un apoyo técnico (kinesiología) y un soporte emocional que la motivara todos los días a cambiar su mente para que pensara que realmente podía salir de esto. Necesitaba escuchar: "Tú puedes" o "Te vas a recuperar".


"Entonces -continúa Patricia- yo no tenía nadie que me dijera ´Vas a salir adelante´, porque cuando tú te ves limitada e impedida para hacer muchas cosas, te deprimes. Pero Carol todos los días que venía me decía que iba a salir adelante. Ella me empezó a animar junto con mi madre. Y la verdad es que sí, sí pude. Además, yo misma me exigía", cuenta ella.


Fue después de su tercera sesión cuando ella notó un cambio importante que la incentivó a seguir mejorándose. Durante aquel momento fue Carol, kinesióloga del área de Rehabilitación Comunitaria, la que colaboró en su proceso: "Es que yo te digo que Carol a mí me incentivó pero un montón. Ella me decía ´usted puede, usted se va recuperar´, y eso te hace falta, porque soy yo sola".


El momento exacto de su recuperación, la instancia donde ella percibió un antes y un después, ocurrió mientras dormía. Ella siempre descansaba en su lado izquierdo y desplazaba sus brazos arriba. A raíz de su problema tuvo que adaptarse, porque si se apoyaba aunque fuera un poco en su parte izquierda el dolor la despertaba, no se podía dormir y tenía que inyectarse betametasona.


Entonces, "cuando ya llevaba el tercer ciclo de ejercicios con Carol; ese día yo me acosté y al otro día amanecí con el brazo en mi pecho, y ahí yo dije: ´lo moví inconscientemente y no me di cuenta y no me dolió, porque no desperté´. Ahí para mí fue una alegría. Cuando desperté y veo que tengo puesto el brazo en el pecho no la podía creer. Son cosas tan mínimas a veces que te llenan y te satisfacen", dice Patricia con una alegre nostalgia.


Luego de esto, ella decidió que se iba a recuperar y hasta hoy continua realizando los ejercicios que le dejó Carol, kinesióloga IRV, aunque haga frío y le duela más por su artrosis. La última vez que fue al médico después de terminar las sesiones le preguntaron si realmente se quería operar o esperaban, sobre todo, porque el brazo está comprometido por la artrosis. Ella respondió que ella había comenzado a mover el brazo y que "si me preguntan yo no me opero".


Finalmente, Patricia ahora sabe exactamente cuáles son las posturas correctas para trabajar como modista. Utiliza un asiento a la altura, una tabla para que los pies descansen completamente y no solo la punta, y que cada vez que cosa trate de juntar las escápulas. Esto le ha dado buenos frutos y ahora ya no le duele para realizar su oficio.


"NO TENÍA NADA FE" Y AHORA TRABAJA TODO EL DÍA


En ocasiones lo más importante no es solo un conocimiento técnico y específico para rehabilitar a una persona, sino facilitar un cambio de mentalidad a la par de esto. Esto fue lo que le sucedió a Patricia, quien dice que le cambió la vida y la manera de pensar que tenía en "ese momento".


De hecho, ella es categórica y recuerda que "No tenía nada de fe". Pensaba que la terapia se iba a extender infinitamente, que cada 10 sesiones le iba a dar otras 10 y así sucesivamente por el resto de su vida.


¿Y ahora? "Ahora trabajo todo el día. Ha cambiado bastante porque además, ni siquiera tengo dolor de espalda, o sea, con las posiciones que me enseñaron para poder trabajar y cómo lo tenía que hacer, ni la espalda me duele", termina por comentar Valera.


Con todo, Patricia no puede más que comentar que ha recomendado la terapia de Rehabilitación del IRV, servicio que tal como a ella, ha permitido devolverle la salud a decenas de personas. Y aún faltan muchas más:

- Por supuesto que sí lo recomendaría y lo he recomendado. Porque ahora mi hermana está con problemas en el cuello y en el brazo, le dije que fuera al médico y que yo le daba el número de la ONG para que llamara. ¿Por qué? Porque, aunque suene exagerado, para mí hicieron milagros. Yo no me esperaba ni la cuarta parte de lo que estoy haciendo. Me ahorré la operación, porque tampoco tenía 2 millones y medio para operarme. Yo aparte de felicitarlos, y doy gracias a Dios de que ustedes existen.

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