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Tomás Alcaíno

Clara Órdenes rescata el rol de los adultos mayores: "Por lo menos yo soy una persona 100% normal"

Clara Órdenes Martínez tiene 89 años y cumplirá 90 dentro de 2 meses aproximadamente. Vive en Quilpué y hoy es jubilada. Toda su vida trabajó como sastre en una fábrica de pantalones ubicada en calle Quinta en Viña del Mar. Según cuenta, ella tenía una oficina con su máquina, donde hacía correcciones a las prendas.


A sus 89 años doña Clara mantiene una vida activa. Vive con su esposo, leen el diario La Estrella de Valparaíso, comparten con familiares, entre otras actividades. Sin embargo, hace unos años la salud de ella se vio afectada por una nueva condición: la hipoacusia o pérdida auditiva. Esto la llevó a ser usuaria de los centros auditivos del IRV. Su situación afecta a ambos oídos, en el derecho es severa y en el izquierdo, moderada. Por lo que relata, el curso natural de la vida fue lo que provocó su discapacidad auditiva:


- Eso se fue dando solo. Mis oídos me empezaron a fallar como a los 70 años. Si me hablaban muy despacio no escuchaba, pero siempre yo decía que me hablaran un poquito más fuerte y lo hacían. No tenía problema. Ahora último sí, aquí en la casa, porque siempre estaba: “¿Ah? Repítanme, por favor”. Y lo otro era que yo había consultado audífonos, pero dentro de mi presupuesto no podía darme el lujo de comprármelo. El servicio de salud en donde me atendía lo cerraron por COVID.

Clara Órdenes: Imagen IRV


Clara encontró apoyo en su esposo, pues explica que como los dos son ancianos se consultan respecto de su salud, dando sus opiniones y evaluando la situación más en detalle, porque, por ejemplo: "comprar audífonos era carísimo, entonces no queríamos tampoco ser carga para los hijos".


Es por esta razón que hace aproximadamente 5 meses ella cuenta con su audífono, el cual utiliza prácticamente en todas sus actividades diarias, aunque dice que aún no ha logrado ajustarle el tono a la perfección, proceso normal que suele tomar un tiempo considerable cuando los usuarios tienen una discapacidad importante.


Con todo, su primera impresión al contar con los audífonos fue abrumadora. Doña Clara sintió todos los sonidos que no había percibido hace demasiado tiempo: "La primera impresión que yo tuve de los audífonos, cuando la señorita me los graduó, me los puso y cuando salí a la calle para mí fue algo tan terrible, porque estaba en el centro de Valparaíso y las micros, buses, pitos, fue algo que no sé cómo explicar cómo me sentí en ese momento. Andaba con mi hija y le dije: “¡Esto es terrible!, no lo puedo soportar”. Imagínese que yo escuchaba poco y eso que la señorita me los graduó en la parte más baja de los audífonos. Fue impactante para mí", recuerda.


"POR LO MENOS YO SOY UNA PERSONA 100% NORMAL"


"Yo consulté mucho. Los precios eran carísimos. El servicio que decía antes ya no funcionaba. Y a través de los precios que yo consulté no tenía opción, entonces, estaba ahí. Esperando un milagro", ese era el panorama de doña Clara antes de atenderse en el IRV, un tipo de caso al que como sociedad nos hemos acostumbrado y normalizado, pese a lo vital de no perder esta sensibilidad como seres humanos.


Sin embargo, a raíz de una casualidad ella encontró una posible vía para recuperar su audición. Resulta que doña Clara compra siempre el diario La Estrella de Valparaíso y en una de las ediciones que leyó, encontró una nota que hablaba de una donación de audífonos por parte de una ONG (IRV) a un adulto mayor llamado Ricardo Ramírez, quien en ese momento también estaba en medio de un complejo litigio laboral.


Esta noticia despertó la curiosidad de doña Clara, quien le dijo a su hija rápidamente que buscara de qué institución se trataba y así averiguar si era posible conseguir una atención. Ella cuenta la historia:

- Pero resulta que nosotros aquí compramos La Estrella todos los días y un día salió un reportaje del anciano que tenía problemas legales con su pensión y tenía un litigio con el lugar donde trabajaba (Ricardo). En una entrevista que le hicieron salía la ONG que le había regalado audífonos, porque él tenía problemas para escuchar. Él estaba soportando su problema. Entonces yo le digo a mi hija: “Oh, mira esta parte social está solucionando y dando facilidades, por qué no buscar en el celular y búscale el rastro a la ONG”. Entonces mi hija lo buscó por el celular y de ahí salía el nombre del médico que había atendido al caballero y el teléfono de la ONG y todos los datos. Y con mi hija fuimos, yo le dije: “No perdemos nada con ir a averiguar”. “Vamos” me dijo mi hija. Y fuimos.


Es importante que comprendamos la urgencia y la importancia de atención que requieren los adultos mayores, no tan solo a nivel auditivo sino general. Por ahora, doña Clara ha recibido un audífono, pero su recuperación tomará tiempo debido a su grado de discapacidad en este sentido. De todas formas, ella siente que la ayuda que recibió en el IRV fue excelente, lo que le ha permitido retomar un poco su rutina:


- Me ayuda a mí. Por ahora no entiendo todas las palabras, pero las completo sola. Pero para mí es el audio de los canales, porque hay algunos donde tengo que subirle el tono y hay otros donde hay que bajarle el tono. Depende de la señal del canal. Pero me siento bien, segura, yo uso mis audífonos todos los días, escucho todos los ruidos, converso con los hijos, ya ellos saben que tienen que hablarme no fuerte y no rápido. Yo no tengo problemas.


En muchas ocasiones los adultos mayores son relegados de nuestra sociedad, por esto es esencial que consideremos que esta población es completamente funcional si tiene las atenciones que necesita. De hecho, Clara rescata este punto y señala:


- Por lo menos yo soy una persona 100% normal. Toda mi segunda vida, de los 40 años para adelante he sido profesora, entonces yo me desenvuelvo en cualquier y mi mente la tengo también sanísima. Mi esposo tiene una mente lúcida, él tiene 95 años y usted lo ve y parece que tuviera 70.


Con todo, ella expresa su agradecimiento al IRV: "Yo se lo dije a las señoritas allá, que el Señor las bendiga, porque lo que ustedes están haciendo es algo que no tiene precio en cuanto a lo que uno tiene que gastar y a la atención".

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