Trastornos emocionales o dificultades depresivas asociadas a la pérdida de audición (Hipoacusia)
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Trastornos emocionales o dificultades depresivas asociadas a la pérdida de audición (Hipoacusia)

Nuestra audición, como la capacidad de percibir sonidos y atribuirles un significado, cumple un rol emocional fundamental en nuestras vidas. Por ejemplo, escuchar una canción que nos gusta, disfrutar de nuestra serie favorita o tener una conversación telefónica, entre muchas otras actividades. Estas situaciones se vuelven una parte importante de la rutina diaria que disfrutamos y nos permite interactuar con nuestro entorno.


Los humanos, por definición, somos seres sociables. Nuestra audición es una importante habilidad que nos permite interactuar con familiares o amigos, intercambiar opiniones, compartir ideas, contar experiencias de vida, etc. Mas aún, a medida que pasan los años, el establecer y mantener relaciones con otros es fundamental para tener un envejecimiento saludable, mantener un buen estado de la salud y proporcionarnos recursos psicológicos que permitan abordar de mejor manera situaciones complejas o adversas en nuestro día a día.

Sin embargo, cuando existe alguna dificultad que impida poder comunicarnos libremente, se pueden presentar emociones negativas que terminan interfiriendo en nuestro diario vivir. Cuando una persona disminuye el contacto social o se siente limitada en la participación de actividades que requieren una comunicación directa, se genera el fenómeno de aislamiento social, reduciendo al mínimo las interacciones con otras personas.


Como hemos mencionado en publicaciones anteriores, la pérdida auditiva genera múltiples dificultades comunicativas, lo cual lleva a la persona que la presenta a restarse de participar de situaciones en donde requiere conversar o compartir con otros.


Algunos estudios sugieren que existe una relación importante entre la pérdida auditiva y el bajo interés en participar de actividades de ocio, participar activamente de eventos familiares, tener conversaciones con otras personas, esto sumado a la frustración de no poder comunicarse de forma óptima conllevan a un aumento en la sensación de soledad.


Esto perjudica de forma importante no solo en el aspecto social, sino que también físico y emocional. Durante los últimos años se ha encontrado una estrecha relación entre la soledad y alteraciones cognitivas, siendo el aislamiento un factor de riesgo para el desarrollo de demencia. En cuanto a factores emocionales, las personas son más propensas a desarrollar depresión, ansiedad o estrés. Finalmente, a nivel físico, esto puede asociarse a un aumento en los niveles de cortisol, debilitación del sistema inmunológico, riesgo de enfermedades cardíacas y de accidente cerebrovascular.


Generalmente, cuando la persona se siente aislada, presenta niveles insatisfactorios respecto a los beneficios de la interacción social, y percibe menor apoyo y compañerismo de parte de su entorno. Es importante establecer relaciones interpersonales que sean estables y positivas, con el fin de que se genere el sentimiento de pertenencia a un grupo.


Llevando esto a la pérdida auditiva, los cambios ocurren gradualmente y acciones tan cotidianas como escuchar el timbre o el sonido del teléfono, comienzan a ser un problema. El volumen de la televisión comienza a ser más alto, no escuchar los saludos de sus vecinos por ruidos ambientales o intentar conversar durante las comidas comienza a volverse incomodo, pidiendo que le repitan lo dicho o que le hablen más alto.

Lo anterior se debe a que la persona afectada percibe de manera diferente la realidad y muchas veces no se dan cuenta que tienen un problema o no quieren saberlo, por lo que es el entorno quien comienza a percatarse y decírselo. Es en este momento cuando la persona reflexiona sobre sus dificultades auditivas y muchas veces opta por no buscar orientación profesional ni usar audífonos debido a los costos, el estigma y las posibles dificultades que pueda presentar en el uso de estos.


Como hemos mencionado, la adaptación de audífonos es un proceso que no solo experimenta la persona con pérdida auditiva, sino que también sus familiares y entorno más cercano. Para ello, es recomendable aplicar elementos que favorezcan la comunicación dentro de los que se encuentran:

- Prestar atención a lo que se está conversando, eliminando elementos distractores (como teléfonos, televisión, etc.).


- Utilizar lenguaje no verbal como los gestos y corporalidad, con el fin de facilitar la comprensión del mensaje comunicativo a la persona que presenta pérdida auditiva.


- Repetir el mensaje si es necesario, modulando y hablando de forma pausada.


- Ser respetuoso validando las emociones y sentimientos de la persona con pérdida auditiva y evitar comentarios que pueda afectar su estado de ánimo.


Recordemos que cada proceso emocional es diferente, sin embargo, cuando se cuenta con el apoyo de cercanos, esto puede manejarse de mejor manera y ayuda a evitar el grave problema de aislamiento social.


En nuestro Centro auditivo procuramos brindar el mejor servicio, por lo que cada uno de nuestros usuarios cuenta con controles gratuitos posterior a la compra de sus audífonos con el fin de acompañarlos durante los primeros meses del proceso de adaptación auditiva.

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