María Álvarez Zurita es una beneficiaria del Programa de Atención Domiciliaria del IRV, servicio que permite llevar prestaciones de kinesiología directamente al hogar de la persona que lo necesita.
¿Qué fue lo que le pasó? Tuvo un accidente hogareño que le causó un esguince grado 2 con líquido incluido, circunstancia que la afectó tremendamente porque al principio perdió muchísima movilidad y su capacidad para trabajar en su oficio: confección textil. Álvarez Zurita recuerda cómo sucedió todo:
- Me caí. Mi casa es de dos pisos. Bajando la escalera, llegando al primer piso abajo, me caí. Me resbalé por la escalera, caí como desde la altura del techo del baño más o menos, y caí con el pie doblado.
Si el dolor producto de esta lesión fue contundente cuando ocurrió, la recuperación tampoco estuvo exenta de dificultades y molestias físicas. De hecho, le tomó seis meses (con terapia incluida) rehabilitarse y aún hoy, persiste cierto nivel de daño. El tema fue serio, pues todo esto pasó en noviembre del año 2020. María dice que: "(..) Me estoy mejorando de a poco, porque me dijeron que igual era para largo el tratamiento. Esto me pasó en noviembre del año pasado.
La solución a esto era una terapia de kinesiología, una que el IRV prestó a domicilio. Sin embargo, no fue fácil arrancar con los ejercicios que se requerían. El dolor era mucho en el pie. Afortunadamente, la comunicación con el profesional era óptima y con un poco de tiempo se fueron logrando los objetivos.
Uno de estos, por ejemplo, era volver a desplazarse por la escalera donde había tenido el accidente. Se practicó bastante y pese a la inclemencias físicas de María, no fueron necesarias adaptaciones materiales en su casa para que ella se pudiera mover. Pudo adaptarse sola:
- (…) me adapté yo al tema. Me ensañaron cómo bajar la escalera, cómo subirla, con el pie así malo. Entonces no tuve problemas en ese sentido.
Con un total de 10 sesiones María adquirió una gran autonomía. El tratamiento dado por el IRV consistió en la realización de ejercicios, llegar a tomar ciertas posturas y un tratamiento con: "una maquinita que daba como corriente (Tens) (...) me dejaban ejercicios para realizarlos entre medio de los días que no venían", expresa Álvarez-Zurita.
Según ella manifiesta, el IRV la ayudó tremendamente, pues le trajo una serie de beneficios, sobre todo, desde el aspecto de recuperar autonomía dentro de la casa durante las primeras terapias, lo que resulta fundamental para no depender de la disponibilidad de un tercero para las tareas y quehaceres domésticos.
- ¿Antes te podías levantar en casa?, le consultamos a María.
- No, antes del kine no podía moverme adentro de la casa. Solamente adentro de la habitación que era para ir al baño y volvía. Porque el dolor era terrible. Primero esto lo hacía sola. Cuando fui al traumatólogo recién ocurrido el accidente, empecé a usar bota ortopédica y con eso me movía más fácil, pero aún así con dolor y daba dos pasos y el pie se me hinchaba. Me he vuelto más autónoma.
La rehabilitación le cambió su rutina en un "100%, porque puedo moverme sola, ya no dependo del bastón, puedo hacer mis cosas sola", explica. De hecho, María va un poco más allá y al ser consultada por si recomendaría este servicio dice:
- Sí, de todas maneras. De hecho se lo recomendé a mi hermana que también sufrió otro accidente en una escalera, así que le recomendé la ONG.
Dentro de los aspectos que le gustaron más se destacan la cercanía con la que cuentan los kinesiólogos con los usuarios y que los precios son accesibles: "Lo principal es la cercanía que tienen los kinesiólogos con los pacientes. La buena atención. Lo dedicados para hacer los ejercicios para hacer como corresponde la sesión. El trato con el paciente es súper bueno. En el tema de la recuperación también. ¿Precios? El precio es accesible de todas maneras", termina por comentar María.
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